Ojo con el plagio a la hora de escribir

A muchos nuevos escritores les preocupa que su texto sea robado, copiado o usado sin permiso. Sin embargo, son pocos los que tienen cuidado de cometer plagio ellos mismos.  

Con lo relativamente fácil que resulta hoy en día autopublicarse y la proliferación consecuente de nuevos autores, es fácil encontrar contenidos plagiados. 

Una gran parte de los contenidos que se mueve en la internet, por ejemplo, son copiados de otros sitios sin indicar la fuente original. En la práctica efímera y facilista del periodismo online esto es ya un mal establecido. Pero entre los escritores de libros el asunto es también preocupante, pues está haciendo peligrar la credibilidad del hasta ahora respetado género.

En los vanidosos tiempos que corren, publicar cantidades considerables de contenidos se considera más importante que publicar contenidos de calidad, de manera que algunos escritores emergentes están más interesados ​​en copiar y pegar elementos que en escribir ideas de su propia cosecha. 

La ignorancia acerca del plagio es notoria.

No todos conocen que se comete plagio cuando un escritor usa el trabajo de otro sin citar correctamente la fuente o dar el crédito que corresponde.

Plagiar cualquier contenido tiene graves consecuencias. Además de que es un delito, puede afectar negativamente la carrera de un autor. 

Si el escritor está cambiando el orden de las palabras o resumiendo el escrito de otro, o usando líneas exactas de un texto sin usar comillas o sin citar la fuente, entonces se considerará un plagio.

El que escribe para publicar debe identificar todas las otras obras que como referencia está utilizando, incluso si es una obra anterior suya, pues puede terminar plagiándose a sí mismo.

Parecerá obvio, pero no todos conocen que es un delito de plagio si en un libro se usa imágenes o fotografías sin pedir permiso al artista o dar el crédito correspondiente. 

Un dato alarmante es que las muy populares plataformas de autopublicación no tienen reglas estrictas contra el plagio, además de que los autores que se autopublican tienden a ignorar la importancia de entregar ideas originales y lícitas.

No hay nada nuevo bajo el sol, por lo que no es un descrédito dar crédito de una obra anterior. Al contrario, el crédito sirve para validar nuestros argumentos y derivar otras ideas afines. 

Las fuentes de donde provienen algunas opiniones –que deben citarse en el texto, a pie de página o mediante un anexo bibliográfico– dan honor a quien honor merece. 

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