La mayoría de las editoriales, incluyendo las cristianas en español, tienen la política de no leer manuscritos o propuestas de libros que no hayan ellas solicitado. Pero los escritores inéditos, apretando su sueño debajo del brazo, insisten, envían correos electrónicos a diestra y siniestra y persiguen por los pasillos de todas las ferias de libros a los escurridizos funcionarios que pueden decidir sobre la suerte de su obra pero que están más bien enfrascados en vender los libros que ya tienen.
Sin embargo, a veces suceden milagros. O simplemente tocamos a la puerta adecuada en el momento oportuno.
Escuche esta anécdota publicada hace algún tiempo en The Wall Street Journal. Will Schwalbe, editor en jefe de la casa Hyperion, abrió un correo electrónico titulado “La esposa del bombero”, creyendo que era un libro que había editado. En lugar de eso, era una breve oferta que decía, en parte: “Me las estoy arreglando. A veces me siento sola, sorprendida y mal remunerada. Pero en una relación que define mi identidad, soy la esposa del bombero”.
Schwalbe, según dice la nota de prensa, quedó cautivado. Tomó el teléfono y llamó a la remitente, Susan Farren, una ama de casa californiana, madre de cinco hijos y casada con un bombero. Poco después selló un acuerdo por el libro La esposa del bombero, que ya seguramente salió publicado.
Pero es mejor que no se entusiasmen mucho los que aspiran a publicar su libro… “Lo que pasó es verdaderamente fantástico”, dijo el propio Schwalbe.
Los cristianos en particular estamos mucho más familiarizados con ciertos hechos que suceden como “por arte de gracia”. Tengo algunas experiencias con autores que “por casualidad” llegaron a mí con un manuscrito, y luego se desencadenaron una serie de acontecimientos que permitieron que su libro fuera publicado. Siempre recuerdo con ternura la gestación del libro para niños Cuentos para antes de dormir, de Mercedes Christian. Durante una conversación informal y acabado de conocernos, Mercedes me habló sobre el manojo de cuentos que tenía escrito y que durante mucho tiempo usaba de herramienta para sosegar a los más chicos de su familia. Me llevé el manuscrito a casa casi por compromiso y lo sometí al infalible escrutinio de mi hija Claudia, a la sazón de 9 años, para quedar sorprendido de cómo lograba acaparar su atención. Unos meses después, para no hacer la historia muy larga, el precioso tomito derramaba su luz a otros muchos niños.
Sin embargo, a los editores no les entusiasma la avalancha de ofertas.
Les comento que HarperCollins Publishers, de News Corp., por ejemplo, acepta propuestas por email en su sitio Web de novelas románticas, y recibe anualmente unas 10.000. “Hemos empezado a recibir de otros países, algunas en un inglés a medias”, dice Carrie Feron, editora ejecutiva de Morrow/Avon. Les han llegado ofertas de Italia, Europa del Este y Asia.
Hay incluso negocios que ayudan a los escritores novatos a ponerse en contacto con las editoriales a través de su base de datos de direcciones electrónicas de editores, y cobran por armar una propuesta personalizada para autores inéditos.
¿Qué hacer?
Erica Manfred usó un servicio para encontrar una editorial interesada en su libro sobre cirugías para perder peso. El servicio envió cientos de correos y el momento fue ideal. El tema era candente y tres editoriales le hicieron ofertas formales. Gini Graham Scott, dueña de PublishersAndAgents.net, dice que ha enviado propuestas a nombre de 200 clientes. Ella pone especial atención a la frase que aparece en la caja de asunto. Por ejemplo, la frase “la esposa del bombero” fue la que llamó la atención sobre la oferta de Farren. “Si se escribe mal esa línea, nadie va a abrir la propuesta”, dice.
Ciertamente los cristianos vivimos por fe, pero debemos hacer lo que nos corresponde. Un insignificante desliz puede echar al cesto de la basura el futuro de nuestro libro. El jefe de una casa editorial me comentó a propósito: “Algunos piensan que su libro es inspirado por el Espíritu Santo. No creo que existan libros inspirados por Dios aparte de la Biblia. El Espíritu Santo nos capacita, pero no escribe por nosotros.”
A continuación he recopilado algunas pautas a seguir a la hora de someter un manuscrito a una editorial.
• Seleccione una casa publicadora e infórmese acerca de su filosofía editorial y ministerial, si es que las tiene definidas. También, si le es posible, indague sobre cuál es el estado actual de sus planes editoriales a corto y a mediano plazo. Hay algunas que tienen atrasos de varios años y muchas listas de prioridades.
• Es muy probable que el manuscrito ni se lea si el correo electrónico o la carta de presentación está mal escrita. Sea conciso. Trate de decir en una sola oración de qué trata el libro.
• Por lo general, las editoriales no aceptan manuscritos cuyos textos no estén digitalizados en un procesador de palabras conocido, como Word para Windows o Word Perfect. Tampoco debe estar diagramado o formateado porque, lejos de ayudar, dificulta todo el proceso editorial posterior.
• Prepare una breve propuesta que incluya su currículo y referencias de recomendación de pastores y líderes eclesiásticos, si las tiene. Esto último ayuda a la editorial a conocer su denominación, aunque hoy en día las editoriales no son tan rígidas, los bautistas publican con casas pentecostales, y viceversa.
• Cada obra debe ser un trabajo original o especificar si usted ya lo publicó por su cuenta. Cualquier evidencia de plagio impedirá que dicho material sea publicado.
• Se supone que no debe usted presentar el manuscrito a más de una casa editorial a la vez. Sepa que las editoriales evaluaran cada libro presentado en cuanto a originalidad, calidad, contenido espiritual y, sobre todo, potencial de ventas.
• Antes de enviar el manuscrito, revíselo muy bien o, mejor, solicite a una persona capacitada que lo haga.
• Guarde copias de su texto. Las editoriales no devuelven los manuscritos y las copias electrónicas se borran.
• Recuerde que una variante a considerar por usted es publicar el libro por su cuenta. Tendrá gastos de edición, arte, impresión, almacenaje y promoción. Vea los programas de publicación que tiene Christian Editing en ese sentido.
Habría muchas más recomendaciones que le podría dar a un escritor inédito para que tenga éxito en publicar su obra. Pero de momento siga las anteriores y tendrá menos motivos para que le den con la puerta en la nariz.
Por Jorge Julio Gonzalez, editor de Christian Editing